Experimentos mentales y demandas insatisfechas

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Los experimentos mentales, si están bien planteados, suelen aportar con notable elegancia y economía material, corroboraciones o refutaciones de teorías o conjeturas. Sin embargo, si están DEMASIADO bien planteados, terminan sustituir el contacto con la realidad reemplazándolo por algún tipo de razonamiento estándar y suelen predisponernos a no ver hechos que los refutan o muestran su insuficiencia (el famoso sesgo de confirmación).
La idea de que la librecompetencia es la mejor situación para producir y progresar suele hechar mano a ese tipo de experimentos mentales MUY bien planteados y lógicamente consistentes: si no regulamos nada, cada uno buscará lo mejor para sí. Con cada persona proponiendo y haciendo las suyas, las ideas mejores vencerán a las que no sean lo suficientemente adecuadas a la realidad y así tendremos la imposición de las formas de planificar más óptimas. En particular, el libre juego de la oferta y la demanda hará que las necesidades se satisfagan con calidad creciente y de manera eficaz: si algo sube de precio, es porque se demanda. Entonces personas atraídas por la ganancia que puedan obtener, producirán y ofrecerán esos productos y al mismo tiempo competirán en precio y calidad para ser preferidos por los consumidores. Todo este círculo virtuoso es obstruído si se establecen precios máximos, o mínimos o sólo se permite la puesta en el mercado de cierta cantidad limitada de stock. Así se critica toda regulación que pueda surgir, incluso aquella que esté propuesta con intenciones de una mejor satisfacción de la demanda.
Es interesante ver un contraejemplo a esto: el mercado laboral de los ingenieros actual. Aquí puede verse que el ejemplo de un mercado desregulado. La situación es que no hay ingenieros suficientes y que las empresas pelean por ellos. Por cuestiones gremiales hay sueldos mínimos, pero los sueldos ofrecidos por las empresas superan esos mínimos tan holgadamente que la regulación salarial no afecta al mercado. Frente a este panorama de escasez profesional, las empresas llegan a contratar estudiantes sin que terminen sus carreras. Y una vez trabajando, lo más probable es que el joven abandone sus estudios. De esta manera obtienen el personal necesitado pero al costo de una capacitación más limitada... en contra de lo pronosticado en la teoría, la librecompetencia entre las empresas por contratar ingenieros ¡termina por deprimir la calidad y cantidad de la oferta! En definitiva, la desregulación no muestra como pueda superarse esta situación en la que sobra conocimiento pero faltan conocedores.
Frente a esto, uno se pregunta si realmente algun tipo de regulación sería tan ineficiente como el experimento mental librecambista predice y condena.

Todo lo anterior vino al respecto de esta nota que había leído hace poco. Más links pueden encontrarse aquí.

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